La selección aterrizó ayer en Malabo rodeado de júbilo popular, como no podía ser menos. El fútbol no da soluciones, pero da alegrías y lo veo algo bueno de esto, dos días será la noche de los Magos Reyes en ese país de sufrimiento. La desventaja es que, que sean sólo dos días, que deja el rojo y Teodoro Obiang seguirá allí. Y que a los ojos de muchos será que España prestaron su selección para el fortalecimiento de ese siniestro personaje. Tiene no la intención, seguramente, pero sí faltó tacto y previsión. Además, este partido tiene poco futbol real coinciden.
Guinea Ecuatorial no tiene fútbol, propiamente dicho. Al fin y al cabo, el fútbol viene a ser un rasgo más en la normalidad de un país, y allí no hay nada normal. El equipo que hoy saldrá frente a España sólo tiene tres naturales del país. El contingente mayor lo forman descendientes de guineanos, nacidos y criados en España, desde los 36 años de Bodipo, ya sin club, a los 19 de Igor Engonga, hijo y sobrino de jugadores. Nsue, en el Mallorca, es el ‘top’. La mayoría juega en nuestras categorías modestas. El resto del grupo son brasileños, cameruneses o colombianos sin raíz de ningún tipo ni equipo allí.
Esa mezcla de indígenas, mercenarios y tres muchachos locales (el mayor de ellos es de 20 años de edad) es lo que hoy enfrentan a España, que, a su vez, presenta su segunda línea. El más famoso, los campeones del mundo, jugará en Sudáfrica. Es el mismo. ¿Qué es incorrecta, por razones de imagen y deportes, es este partido, que llega a ser mezclado con la confirmación de que Del Bosque seguirá hasta 2016. 67 Victorias en 82 partidos te respalda, lo apoyan dos títulos grandes, lo que garantiza su bonhomía. Ayer estaba un poco gruñón. Siempre hay algo, vino a decir. Pero esta vez resulta sí lo es.
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